Llevo las ideas comunes a miles de deseos cargados de tu esencia, de mi presencia y tu impaciencia. Te pierdes entre cadenas de personas que día a día observo pasar, ahuyentas tus sentimientos hacía mi para disimular. Me presto a la ausencia fingiendo demencia a tu pasar, alentando así mi audacia perdida a no querer amar.
De prisa apareces de forma audaz, te muestras como vagabunda huyendo de querer ser la reina formal. Intrigas el pasaje de mi vida con un beso en la mejilla y un saludo en manos, esas manos que han saludado a tantos que me haces parecer un mendigo más del montón, una hormiga que come de tu pan, pero tu mirada me hace eterno en tu destino carnal.
Al destino final me aferro sin parar, con la ocasión perfecta para poderte besar. Fíjate que un abrazo te hace estremecer, como un paseo de electricidad por tu cuerpo de musa sin remedio, una que entra como sale, pero que como sale vuelve a entrar. Admirando así el insulto perfecto de tu boca, conjugado con la casualidad de conocerte, magnificado con el abrazo que me debes, y supervisado por el beso que nos falta, entonces, es por eso, que tu me incitas a escribir, con la fantasía eterna de que todo pasa en un buen escrito y todo empieza en un excelente verso.